Soñar es de las cosas más bellas que tiene la vida, porque con los sueños alimentas el alma para sentirte completo. Siempre busca más allá de lo normal.
miércoles, 31 de agosto de 2011
Kassia
lunes, 29 de agosto de 2011
domingo, 28 de agosto de 2011
jueves, 25 de agosto de 2011
La libertad en la oscuridad
martes, 23 de agosto de 2011
sábado, 13 de agosto de 2011
Mente de dos
Capítulo I
Érase una vez, una niña pequeña con alas tornasol que despertó inesperadamente en un jardín inmenso que no se veía su fin ni su comienzo. Pronto la pequeña, abrió sus alas, sin embargo, la derecha estaba rota. Ella vio afligida su desdicha, y se preguntaba, porqué habría sucedido tal cosa, sabía que algo más le hacia falta, su soledad no la comprendía porque no la conocía.
Así que la pequeña, desesperada en sus intentos de volar y escapar comenzó a gritar, le gritaba a su soledad, el eco de su voz se fundía entre el canto de pájaros y el choque de las ramas de los árboles.
Después de intentar ganarle al silencio con su pequeña voz, abrió de nuevo sus ojos, vio que estaban húmedos, y que estaba despertando nuevamente, era un lugar desconocido por segunda ocasión.. veía una habitación blanca, una cama muy pequeña, sábanas frías y una ventana donde la luna que tanto amaba ya no estaba...
Mientras la pequeña hurgaba en la inmensidad y oscuridad de la noche, un ente atravesó la puerta del pequeño cuarto. Una mujer de unos 34 años, vestida de blanco y con una charola llena de medicamentos se acercó a ella y le dijo con voz seca y desangelada: - Alicia sabes que tus sueños están prohibidos, son las 2:17 a.m., se ha pasado la hora de tu dosis...
Alicia con ojos de horror sólo apretaba sus manos contra las sábanas heladas y observaba a su alrededor un escape, en su mente no deseaba tomar una sola pastilla más, que gradualmente la hundía en un sueño sin esperanzas.
El deseo de no ingerir químicos, se perturbó aún más cuando la mujer de blanco le pinchó su brazo con una jeringa de unos 10 cm. Alicia tornó su horror a una tranquilidad, sus ojos color miel se pusieron totalmente en blanco.
El enorme jardín sin fin volvió a ser la casa de la pequeña hada de la ala rota, la luna era aún más grande que el sol, el rocío del millón de especies de flores escurría sobre sus pétalos, la inquietante tranquilidad despertó a Alicia. Un suspiro con sabor a decepción pintó la pequeñísima cara de la niña.